Ciencia o mentira?

Seis alunizajes… con la tierra plana, y un buen «shot» de adrenocromo, que viene por el Canal de Suez.

Publicado en Marzo de 2021

Así como la estructura de un puente se calcula antes de construirlo, en base a herramientas de la física teórica, matemáticas y algebraicas, no es necesario comprobar todos los días que a = 3,1416 x r².

No solo se ha obtenido -y hace rato- el genoma del virus SARS-COV2 en base a observación y a cálculos (tan sólidos para la grey científica como lo es a = 3,1416 x r² para el público en general), sino que -adicionalmente- se ha fotografiado al virus. Por supuesto, no faltará quien diga que la foto es falsa.

Como en otros temas técnicos y por razones basadas fundamentalmente en el enorme ego, el orgullo y el amor propio de algunas personas que las lleva a tratar de demostrar todo el tiempo que se sienten tan pero tan «vivos» que no se dejan engañar nunca, muchísima gente ve conspiraciones y misterios en este y otros asuntos. Esa «teoría» conspirativa, en casos que poseen características de investigación de vanguardia, se cae a pedazos, hace agua por todas partes, tanto en el tema COVID-19 como en otros asuntos.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Y esto es así porque las teorías conspirativas poseen, siempre y en todos los casos, la principal caracteristica de las pseudo ciencias, como la astrología, la homeopatía, el terraplanismo, las flores de Bach y el negacionismo de los seis alunizajes de los ’60 y ’70 (falsa teoría conocida como «lunar hoax«): en sus tesis, los refutadores, presuntos escépticos, conspiracionistas y negacionistas solo toman aquellas observaciones (o meras declaraciones incomprobables) que abonan sus hipótesis, dejando deliberadamente de lado todas aquellas observaciones y datos concretos que van en contra de la demostración de sus «postulados».

Con el advenimiento de la internet y sus mecanismos de difusión, esa tendencia livianamente escéptica y refutadora, lejos de desaparecer, se ha agravado: todos los días vemos a «iluminados» (casi invariablemente son «investigadores» solitarios, que casi siempre intentan vender algún libro o documental fílmico sobre sus trabajos) que postulan teorías muy bien presentadas y redactadas, pero con datos, valores y cifras sin fundamentos, totalmente incomprobables contra fuentes cruzadas e independientes, cosa que explica el porqué de la casi segura soledad de esos refutadores, o su floja agrupación en asociaciones de escaso o nulo prestigio científico.

Por esa razón, cualquier asunto como los citados, para poder mantener la farsa deberían ser manejados por un grupo reducido de personas que mantengan el secreto, y de hecho, algunos lo logran: las flores de Bach y los medicamentos homeopáticos contradicen no solo a todo el cuerpo del conocimiento médico, sino que van en contra de los más básicos postulados científicos; pese a eso, como pueden manejarse de algún modo «por la banquina«, es decir, haciendo caso omiso a una infinidad de datos, su funcionamiento comercial está tan asegurado como NO lo están sus fundamentaciones científicas, pese a que en algunas universidades se enseñe «Homeopatía», cosa que ocurre porque la medicina no es ciencia dura en si misma, sino que es una muy compleja aplicación de la Ciencia pura y dura en el dificilísimo arte de curar y prevenir.

Como caso intermedio, no hay universidades que enseñen astrología, sino astronomía: la astrología sigue reglas particulares y toma datos de la astronomía, ciencia que utiliza reglas generales, razón por la cual la astrología no le devuelve nada… y por eso, la astrología no forma parte de los mecanismos de la Ciencia.

En cambio, hay otros temas (los mejores ejemplos son el terraplanismo y el hoax lunar, y ni hablar de QAnon, ni de la organización de producción y consumo de adrenocromo (la nueva e irresistible «Matrix» cazabobos), que requerirían de una articulación entre leyes físicas, asuntos científicos, cuestiones políticas internacionales y alianzas comerciales de tal magnitud y profundidad… que terminarían certificando ya no la falsedad, sino la veracidad de todo asunto que se intente refutar o demoler.

Por ejemplo, para dar soporte al hoax lunar es absolutamente necesario demostrar sin fisuras que se mantuvo una farsa que involucró a unas 400 mil personas durante los 10 años que duró el proyecto (científicos de decenas de universidades de todo el mundo, ingenieros, técnicos y gerentes de cientos de empresas, militares de tres armas de varios países, y hasta la complicidad en la supuesta farsa de las dos potencias políticas, científicas y militares de entonces, los EEUU y la URSS, haciendo que la segunda acepte sin chistar una victoria de la primera), en pos de mantener una supuesta mentira que no solo es una colección de éxitos tecnológicos, sino que desde hace más de 50 años ha legado a toda la Humanidad un cuerpo de conocimiento técnico y científico que perdura hasta hoy y que es la base de muchísimos adelantos científicos, tecnológicos y comerciales.

Por eso, mucho cuidado con creer que uno demuestra superioridad intelectual al discutir o negar cosas que desconoce o son de tal complejidad y magnitud que requieren de análisis de mucha profundidad. Una cosa es sentirse libre en lo intelectual y político, y otra es auto negarse (uno mismo) la saludable política de la duda positiva, es decir, la que no niega lo que no se entiende a fondo.

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