24 de marzo de 2021 – 45 años

APOSTILLAS DEL 24 DE MARZO – Por David Wald – Escrito el 24 de marzo de 2021, por la tarde/noche.

Puede ser una imagen en blanco y negro de al aire libre y monumento
Plaza de Mayo

• “A Néstor le encantaba Disney”, dijo hoy Cristina en su discurso emocionado para celebrar nuestra fecha más trágica: 24 de marzo de 1976.

• La locutora oficial del acto, nos presenta a Cristina como “Presidenta de la Nación”. ¡Novedad impresionante!

• La secundaban varios seres temibles que verían con muy buenos ojos la reiteración de un 24 de marzo, pero con ellos del lado de la Suma del Poder Político y el monopolio de la violencia institucional. Sueñan con la revancha.

• Es una conmemoración extraña: NO INCLUYE el recuerdo por los muertos y desaparecidos durante la guerra entre el peronismo de Perón (Triple A de Lopez Rega), y el peronismo montonero durante los gobiernos de Perón e Isabel (1973 a 1976).

• Néstor Kirchner gobernó Santa Cruz desde 1991 hasta 2003. Nunca en sus gobiernos se realizó un acto del 24 de Marzo.

• Ni Néstor Kirchner ni Cristina Kirchner como abogados, presentaron jamás un Hábeas Corpus durante la Dictadura. Cristina NO aprovechó su discurso de hoy para pedir perdón.

• El ideólogo kirchnerista Eugenio Zaffaroni, actuando como JUEZ durante el Proceso, no otorgó ningún Hábeas Corpus. Hoy tampoco aprovechó para pedir perdón. Ni siquiera por Twitter.

• Estela de Carlotto pidió HOY que se metiera preso a Mauricio Macri. Sin juicio, obviamente. La ideología excluyente de los dictadores del Proceso se transmitió a sus adversarios de entonces, que hoy la quieren lograr y ejercer a como dé lugar. Triste y patético final de la “abuela” de mirada dulce.

• En el día de hoy, la Argentina se retiró formalmente del Grupo de Lima, organización que denuncia internacionalmente la violación de DDHH en la narcodictadura de Maduro y Diosdado Cabello. Quedamos entre los pocos países del lado equivocado de la Historia.

• Ayer, cuatro periodistas “bienpensantes” entrevistaron con preguntas punzantes a Macri, que las soportó estoicamente, cosa que jamás harían con Cristina. Tal vez porque Macri no necesita fueros. Ella es el MIEDO de hoy.

• Ni el Partido Justicialista, ni sus continuadores kirchneristas aprovecharon la conmemoración de hoy para PEDIR PERDÓN por HABERSE NEGADO a participar de la CONADEP, ni por apoyar la amnistía a los militares explícitamente en su Plataforma Electoral de 1983.

• Felizmente tenemos a Graciela Fernández Meijide, cuyo hijo fue desaparecido por la dictadura militar, que SE NIEGA A ODIAR, y lo repite cada vez que puede. Nos muestra el camino para defender la REPÚBLICA que hoy está en serio peligro.
Fernández Meijide es un faro de luz entre tanta penumbra. No todo está perdido.

(David Wald)

—-o—-

Ahora, escribe Mayo von Höltz:

Sobre la guerra antisuvbersiiva:
«Les digo a los neófitos y les recuerdo a los desmemoriados, que durante diez años en Argentina (’69-’79), sin contar secuestros de empresarios, robos de bancos, asesinatos de inocentes (niños incluidos), los terroristas comunistas tiraron seis bombas por día, una cada cuatro horas, ¿entienden lo que digo? ¡¡¡Una bomba cada cuatro horas durante diez años!!! Cuando el problema pasa de cierto límite, las formas convencionales no son suficientes. Se pueden juzgar a 250 reos de las Brigadas Rojas como en Italia, se puede juzgar a 2.000 reos como hizo la Cámara Federal Penal en la época de Lanusse, pero no se puede juzgar a los más de 50.000 terroristas que en los años setenta formaban parte de las organizaciones armadas en Argentina. La responsabilidad de la inevitable calamidad ulterior entonces, recae en quienes permitieron que las organizaciones terroristas crecieran desmesuradamente, sin someterlas a persecución policial y juicio pertinente cuando aún era efectiva ésa vía, es decir, los responsables de la guerra del setenta —junto con los mismos terroristas, obviamente— fueron Campora, Perón e Isabelita, no quienes hicieron lo único que se podía hacer cuando existen más de 50.000 energúmenos comunistas cometiendo crímenes sanguinarios a diario por todo el territorio nacional».

—o—

Sobre Jorge Rafael Videla:
«Con el 82% (de aprobación ciudadana) en el año 1979, Jorge Rafael Videla fue el presidente argentino con mayor índice de popularidad en toda la historia, veinte puntos más que su seguidor más cercano, que fue Perón con un 62% en 1974».

«Me gusta imaginar mi primer día de asunción como Presidente de la Nación con Videla vivo; lo primero que haría sería ir a buscarlo a la cárcel, lo sacaba entonces de su celda y en su lugar encerraba a Carlotto y a Bonafini para que se maten entre ellas (se odian mucho más entre ellas que lo que odiaban a Videla.)
Luego me iba en el Cadillac descapotable con Videla a Casa Rosada y salía a saludar con él desde el balcón, dejándolo un tiempo solo para que salude a la parte honrada del pueblo que lo aclamaría desenfrenadamente tras largos años de espera.

Previamente habría dinamitado esa bosta que es el monumento de Juana Azurduy y puesto en su lugar una monumental estatua de Videla, bautizando la ex-plaza Colón (no se cómo se llama ahora) como Plaza Videla; luego de un escueto discurso dejaría a la multitud de Plaza de Mayo y atravesaría el interior de la Casa Rosada con Videla del brazo, quién no se imaginaba la sorpresa que lo aguardaba del otro lado.

Llegaríamos al extremo opuesto de la Rosada y abriría la ventana central que da al río (no sé si hay un balcón de ese lado) y el general quedaría atónito no solo al ver su estatua sino al ver el tamaño monumental que tenía (para juntar el bronce necesario habría mandado a fundir todas la estatuas de psicobolches que hay en Argentina, es decir, el 98% de las estatuas), la multitud debajo estallaría en loco frenesí cuando viera la figura del prócer, y en el centro de la plaza estarían sus compañeros de armas en la guerra antisubversiva, unos 5000 militares que yo había liberado de la cárcel al minuto de asumir, de hecho mi primer acto de gobierno hubiera sido firmar un indulto urbi et orbi, el cual sucintamente decía: “Indulto a todos los héroes de guerra que vencieron al comunismo”.
Luego Videla me preguntaría cuánto medía su estatua, y le diría que 200 metros, solo para sus bigotes tuvimos que fundir dos estatuas de Yrigoyen, una de Alfonsín y una de Perón, su meñique izquierdo era el ranquel Arbolito.

Entonces Videla me diría: “¡Pero es mucho Von Höltz, se le fue la mano!”; a lo que yo le diría: “Es poco general, el hombre que nos salvó del comunismo debiera ser dueño de todas las propiedades que existen en el país, ya que si él no ganaba la guerra todas esas propiedades serían confiscadas a sus dueños. Hasta la consumación de los siglos todos los propietarios que existieron, existen y existirán en Argentina, pueden disfrutar plácidamente de todas sus propiedades solo gracias a usted, Jorge, y siento vergüenza por construirle esa microscópica estatua de 200 metros de altura; para usted una estatua del tamaño del Burj Khalifa sería poco… Piense en la vida de millones de cubanos de cinco generaciones consecutivas, quienes tuvieron una vida miserable de la cuna a la sepultura sólo porque ellos no tuvieron un Videla que los salvara, pero nosotros sí”. Entonces tomaría el micrófono y le diría a Videla que contara algo de la guerra sucia para placer de los hombres de bien que hace 40 años vienen comiendo mierda a diario. Videla entonces me diría: “Pero no sé qué contar…”, y yo le diría: “Cuente cómo mataron a Santucho, eso es lindo”, y la plaza se vendría abajo apoyando mi moción.
Videla diría que no sabe los detalles, que mejor contaba otra cosa; entonces sucedería una grata sorpresa, entre medio de la multitud que gritaba en la plaza, uno gritaba mas fuerte: “Yo lo maté!, yo lo maté!”. “Pues venga entonces que usted también es un héroe de la patria”, le diría yo, y el oficial con su glorioso uniforme verde oliva sería levantado en andas y en horizontal atravesaría toda la plaza llevado por la chusma, como cuando se desmaya una mina en un recital y hay que llevarla a la puerta.
Con una soga improvisada con un cortinado, subiríamos al oficial a la ventana y se confundiría con un largo abrazo con el general para deleite de toda la multitud, escena conmovedora que me hizo recordar a cuando Jenny abraza a Forrest Gump en el National Mall de Washington. Entonces el oficial tomaría el micrófono y empezaría su relato: “Yo estaba bajo las órdenes del capitán Leonetti y le pegué un tiro en el pómulo a esa rata marxista…”
Mientras el oficial narraba su historia Videla por lo bajo me diría: “Von Höltz, estoy un poco cansado, son muchas emociones y tengo 85 años, no quiero arruinarle la fiesta muriéndome acá mismo”. Yo entonces le diría: “Vamos adentro y te acostás en un sofá, vos conocés esta casa mucho mejor que yo”.
Luego de que Videla se recostara en un sillón, yo le ordenaría a dos granaderos que lo custodiaran y que mataran a cualquiera que se acercara; al rato algo preocupado volvería al lugar y les diría: “no vayan a ser tan burros de matar a su señora”.
Entonces me iría a leer un poco porque ya estaba repodrido de tanto trámite protocolar, pero iría a un baño para que nadie me encuentre y me rompa las pelotas».


(Mayo Von Höltz)

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