Vivir como en Cuba no es un golazo. Es una mierda. Así, con todas las letras: una mierda.

Andá 15 días de vacaciones a Cuba y hablá con la gente: te vas a encontrar con el lustrabotas socialista con su título universitario (total y absolutamente inutilizable en la economía cubana), pero orgulloso de haber podido estudiar «gracias al socialismo»… que lo mantiene en la pobreza, lustrando zapatos de turistas por el resto de su vida…
Te vas a encontrar con el empleado de la fábrica de ron cubano, o de la fábrica de habanos (que como toda actividad productiva en el socialismo, están allí en manos del Estado), que te atiende muy bien y te ofrece los productos de la fábrica… y en voz baja te dice que él te los puede vender a mitad de precio, robando al Estado para poder sobrevivir a ese mismo Estado que lo ha agusanado a él y a toda su familia.
Te vas a encontrar con la prostitución adolescente en El Malecón. Inocultable.Todo el que fue a Cuba con la mente abierta puede atestiguar esto. Vivir en Cuba… donde la gente sabe que tiene lo que necesita.
Extraña definición la de Sbaraglia. Estática, fija, dura:»Acá tenés, esto es lo que vos necesitas para vivir. Viva la Revolución !«
Vivir en la igualdad de la pobreza socialista es una mierda absoluta. Hagas lo que hagas, vas a seguir siendo pobre a menos que hagas una de estas dos cosas: irte de Cuba (a un país libre, donde puedas progresar en función de tus habilidades, conocimientos y suerte), o pasar a integrar la clase gobernante, que vive en la abundancia a costa del empobrecimiento mayoritario. Cualquier otra cosa, es solo sobrevivir en la pobreza.
Por todo eso, aplaudir que en Cuba «todos comen» en pleno siglo XXI, es de un conformismo inasible, es no haber entendido la evolución de la Humanidad en los últimos 250 años, luego que la Primera Revolución Industrial y el capitalismo con sus herramientas redujeran la pobreza mundial del 80% al 10% en menos de 200 años. Esos son números reales, no ideologías. Números verdaderos, duros y comprobables.
Por eso, sostener HOY que el hambre generado por la pobreza estructural se puede combatir repartiendo comida (o lo que sea) eternamente, es alimentar -precisamente- las causas de la pobreza que llevan al hambre.
Por esas cosas, hace rato que no miro películas que incluyan al estafador de Leo Sbaraglia en su elenco. Yo no le doy de comer a esta clase de gusanos; son los que me quieren ver pobre, o muerto. No consumo NADA de alguien que me habla en serio de lo bien que se vive en Cuba. Haga lo que haga esa persona (ya sea actor, músico, médico, carnicero, dependiente de una ferretería, sacerdote o peluquero, lo que sea…), abandono de inmediato todo tipo de intercambio con esa casta de socialistas. Los condeno de inmediato, porque su intención es clara: llevarnos a todos a la igualdad de la pobreza. Ponernos de rodillas en mérito a la igualdad en la pobreza.
Hace años que dejé de consumir productos de «artistas» que han tomado partido por el socialismo o por cualquier forma del peronismo, ese «movimiento» fatídico que -finalmente- se ha convertido en el vehículo de las políticas de la izquierda del siglo XXI.Dejé de consumir a «artistas» que viven del populismo y que admiran a Fidel y al Che, etc. Todos sabemos quienes son: podemos comenzar con éste que ves en la foto, siguiendo con Fito Paez, Dady Brieva, Leon Gieco, Víctor Heredia, etc.
Los hay peores, que ya no pueden siquiera ser tratados de «artistas».
En fin, son todos los que veías (pre pandemia) en esos festivales «gratuitos» que los sucesivos gobiernos populistas pagaban con nuestros impuestos. Ellos cobraban muy bien, cobraban millones. Yo no los consumo ni siquiera por radio y TV, elijo a quien le doy de comer, porque esta clase de vivillos ya viven de mis impuestos. Haciendo uso de mis derechos en libertad, no los alimento.
De nuevo, no ayudo a quien me quiere ver pobre, o muerto.Si no fuera por los «gorilas y desclasados» de este país, como vos y como yo, los que trabajamos duramente, los que pagamos impuestos altísimos sin recibir nada a cambio, si no fuera por los «gorilas y desclasados» como el mecánico que te arregla el auto, el de la gomería, el albañil, o el plomero, el comerciante que te vende ropa o que atiende un almacén en tu barrio, el que se arriesga, pone un negocio, toma un empleado y le paga un sueldo a cambio de trabajo… si no fuera por esa gente, por esos «gorilas y desclasados», y si los propagandistas como Leo Sbaraglia ya hubieran triunfado, TODA la Argentina sería hace rato una enorme villa conurbanera.
Leé lo que sigue con atención, esto es lo que están haciendo:
«En Argentina, las millonarias castas superiores de la pirámide de poder peronkirchenrista saben que tienen lo que necesitan y muchísimo más; las castas intermedias saben que «perteneciendo» al peronkirchnerismo tienen el puestito publico y algunos otros beneficios asegurados, generación tras generación.
Pero no se conforman, quieren más, quieren todo; tienen una angurria insaciable de poder y dinero, por eso quieren convencer a las castas inferiores de la pirámide que vivir como en Cuba es un golazo.
A los que se avivan que en realidad los quieren hambrear y volver dependientes del guiso recalentado que el patrón político multimillonario manda al comedor comunitario, así las castas intermedias y superiores pueden conferirse más privilegios, a esos los llaman «gorila» y «desclasado».Si no fuera por los gorilas y desclasados, este país ya sería una enorme villa conurbanera.»
(Adaptado; escrito originalmente por Edith Bellusci y tomado del muro de Greys Leal)