Vivir como en Cuba

Vivir como en Cuba no es un golazo. Es una mierda. Así, con todas las letras: una mierda.

Puede ser una imagen de una persona, ropa de abrigo y texto que dice "Página 12 "En Cuba saben que tienen lo que necesitan; crecieron con mucho orgullo en relación a eso, a su educación, su sensibilidad; es muy difícil hablar de un cubano desde la cabeza del mundo capitalista" Leonardo Sbraglia Actor"

Andá 15 días de vacaciones a Cuba y hablá con la gente: te vas a encontrar con el lustrabotas socialista con su título universitario (total y absolutamente inutilizable en la economía cubana), pero orgulloso de haber podido estudiar «gracias al socialismo»… que lo mantiene en la pobreza, lustrando zapatos de turistas por el resto de su vida…

Te vas a encontrar con el empleado de la fábrica de ron cubano, o de la fábrica de habanos (que como toda actividad productiva en el socialismo, están allí en manos del Estado), que te atiende muy bien y te ofrece los productos de la fábrica… y en voz baja te dice que él te los puede vender a mitad de precio, robando al Estado para poder sobrevivir a ese mismo Estado que lo ha agusanado a él y a toda su familia.

Te vas a encontrar con la prostitución adolescente en El Malecón. Inocultable.Todo el que fue a Cuba con la mente abierta puede atestiguar esto. Vivir en Cuba… donde la gente sabe que tiene lo que necesita.

Extraña definición la de Sbaraglia. Estática, fija, dura:»Acá tenés, esto es lo que vos necesitas para vivir. Viva la Revolución !«

Vivir en la igualdad de la pobreza socialista es una mierda absoluta. Hagas lo que hagas, vas a seguir siendo pobre a menos que hagas una de estas dos cosas: irte de Cuba (a un país libre, donde puedas progresar en función de tus habilidades, conocimientos y suerte), o pasar a integrar la clase gobernante, que vive en la abundancia a costa del empobrecimiento mayoritario. Cualquier otra cosa, es solo sobrevivir en la pobreza.

Por todo eso, aplaudir que en Cuba «todos comen» en pleno siglo XXI, es de un conformismo inasible, es no haber entendido la evolución de la Humanidad en los últimos 250 años, luego que la Primera Revolución Industrial y el capitalismo con sus herramientas redujeran la pobreza mundial del 80% al 10% en menos de 200 años. Esos son números reales, no ideologías. Números verdaderos, duros y comprobables.

Por eso, sostener HOY que el hambre generado por la pobreza estructural se puede combatir repartiendo comida (o lo que sea) eternamente, es alimentar -precisamente- las causas de la pobreza que llevan al hambre.

Por esas cosas, hace rato que no miro películas que incluyan al estafador de Leo Sbaraglia en su elenco. Yo no le doy de comer a esta clase de gusanos; son los que me quieren ver pobre, o muerto. No consumo NADA de alguien que me habla en serio de lo bien que se vive en Cuba. Haga lo que haga esa persona (ya sea actor, músico, médico, carnicero, dependiente de una ferretería, sacerdote o peluquero, lo que sea…), abandono de inmediato todo tipo de intercambio con esa casta de socialistas. Los condeno de inmediato, porque su intención es clara: llevarnos a todos a la igualdad de la pobreza. Ponernos de rodillas en mérito a la igualdad en la pobreza.

Hace años que dejé de consumir productos de «artistas» que han tomado partido por el socialismo o por cualquier forma del peronismo, ese «movimiento» fatídico que -finalmente- se ha convertido en el vehículo de las políticas de la izquierda del siglo XXI.Dejé de consumir a «artistas» que viven del populismo y que admiran a Fidel y al Che, etc. Todos sabemos quienes son: podemos comenzar con éste que ves en la foto, siguiendo con Fito Paez, Dady Brieva, Leon Gieco, Víctor Heredia, etc.
Los hay peores, que ya no pueden siquiera ser tratados de «artistas».

En fin, son todos los que veías (pre pandemia) en esos festivales «gratuitos» que los sucesivos gobiernos populistas pagaban con nuestros impuestos. Ellos cobraban muy bien, cobraban millones. Yo no los consumo ni siquiera por radio y TV, elijo a quien le doy de comer, porque esta clase de vivillos ya viven de mis impuestos. Haciendo uso de mis derechos en libertad, no los alimento.

De nuevo, no ayudo a quien me quiere ver pobre, o muerto.Si no fuera por los «gorilas y desclasados» de este país, como vos y como yo, los que trabajamos duramente, los que pagamos impuestos altísimos sin recibir nada a cambio, si no fuera por los «gorilas y desclasados» como el mecánico que te arregla el auto, el de la gomería, el albañil, o el plomero, el comerciante que te vende ropa o que atiende un almacén en tu barrio, el que se arriesga, pone un negocio, toma un empleado y le paga un sueldo a cambio de trabajo… si no fuera por esa gente, por esos «gorilas y desclasados», y si los propagandistas como Leo Sbaraglia ya hubieran triunfado, TODA la Argentina sería hace rato una enorme villa conurbanera.

Leé lo que sigue con atención, esto es lo que están haciendo:
«En Argentina, las millonarias castas superiores de la pirámide de poder peronkirchenrista saben que tienen lo que necesitan y muchísimo más; las castas intermedias saben que «perteneciendo» al peronkirchnerismo tienen el puestito publico y algunos otros beneficios asegurados, generación tras generación.
Pero no se conforman, quieren más, quieren todo; tienen una angurria insaciable de poder y dinero, por eso quieren convencer a las castas inferiores de la pirámide que vivir como en Cuba es un golazo.
A los que se avivan que en realidad los quieren hambrear y volver dependientes del guiso recalentado que el patrón político multimillonario manda al comedor comunitario, así las castas intermedias y superiores pueden conferirse más privilegios, a esos los llaman «gorila» y «desclasado».Si no fuera por los gorilas y desclasados, este país ya sería una enorme villa conurbanera.
»
(Adaptado; escrito originalmente por Edith Bellusci y tomado del muro de Greys Leal)

Pobreza, Riqueza y Distribución del Ingreso

Existe un modelo conceptual (por ser elegante, lo llamaré -por ahora- de ese modo) que sostiene que la pobreza es la consecuencia de la acumulación de riqueza en manos de unos pocos.
Tal afirmación es absolutamente falsa.

En el día de Año Nuevo de 1801, un gran cuerpo celeste fue visualizado por los astrónomos de la época, orbitando alrededor del Sol entre Marte y Júpiter; lo nombraron Ceres. Si bien hoy en día se considera a Ceres un planeta enano, en aquellos tiempos se lo llegó a tomar como un planeta más del Sistema Solar y su descubrimiento fue considerado un buen presagio para el futuro de la ciencia en aquel siglo XIX que recién empezaba.

A pocas semanas de su descubrimiento, el pequeño planeta se perdió de vista entre las estrellas. Los astrónomos no tenían idea de dónde se había ido.Pocos días después, un joven matemático alemán llamado Carl Gauss indicó a los astrónomos hacia qué lugar del cielo nocturno debían apuntar sus telescopios. Gauss no era un mago: utilizó el análisis matemático para averiguar qué camino tomaría el cuerpo celeste, luego de conocer parte de su trayectoria.
Y allí estaba Ceres.

Gauss and Ceres
Borrador de las órbitas de Ceres y Pallas, dibujado oportunamente por el propio Gauss.

El método que Gauss inventó para encontrar la ruta de Ceres es una de las herramientas más importantes en toda la ciencia, porque permite convertir una gran cantidad de observaciones desordenadas en algo concreto. Se conoce como función gaussiana o «distribución normal» y gracias a ella se resuelven delitos, se evalúan medicamentos, se toman decisiones económicas y polítticas y se conoce la dispersión y distribución de la riqueza y las oportunidades. Existen otros modelos matemáticos, tanto heurísticos como empíricos, cualitativos, cuantitativos, determinísticos, estocásticos, etc., que explican otros tipos de distribución, y de hecho son empleados en la actualidad para la toma de decisiones o para entender el porqué de las cosas.

Aproximadamente en esas mismas épocas (siglo XIX) comenzó lo que hoy conocemos como la Primera Revolución Industrial; fue un proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en Gran Bretaña, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona. Esa Revolucion Industrial produjo el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia desde el Período Neolítico. La Humanidad pasó de una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Todo esto se produjo a raíz de la introducción de la la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769), que acabaría con siglos de manufacturas basadas en el trabajo manual y el uso de la tracción animal. Esto produjo la aparición del capitalismo y el cambio de la economía global hacia un modelo de producción industrial que redujo la pobreza como nunca ocurrió en toda la Historia, así como la aparición de las ideas socialistas basadas en un concepto muy cercano a lo que describí al comienzo de estas notas, es decir en la distribución de una riqueza que -por primera vez en la Historia- se generaba a gran velocidad.

IQ bell curve
Estadísticamente, la inteligencia sigue una distribución normal.Si estas desviaciones se dan por encima, estaríamos hablando de superdotación, mientras que si se dan valores de desviaciones por debajo de la media, estaremos hablando de un nivel de inteligencia correspondiente a la discapacidad intelectual.

Lo cierto es que la distribución gaussiana de la inteligencia y hasta de las oportunidades fue lo que determinó ese reparto inicial, el cual, de todos modos, llevó la pobreza del 80 al 90% de la Humanidad en 1820, a menos del 10 % actual, según cifras del Banco Mundial: para 2018, la población global que vivía en extrema pobreza había caído por debajo de los 750 millones, por primera vez desde que el Banco Mundial y los economistas Bourguingnon y Morrison comenzaron a recolectar estadísticas globales en el año 1990.

Aunque estamos lejos de vivir en un mundo perfecto, lo cierto es que los dos últimos siglos han permitido una gran transformación basada en la multiplicación de las oportunidades que, a su vez, generaron más y más riqueza, una situación mundial que se había acelerado en las últimas décadas, hasta la aparición de la actual pandemia… que, es necesario reconocer, puede ser tratada como nunca antes gracias a las mejoras en la tecnología y en la salud a las que se ha llegado en función de los avances industriales y tecnológicos que comenzaron con el Capitalismo y la Revolución Industrial.

Por todo esto, luego de la observación desapasionada de la evolución economica y tecnológica mundial de los últimos 200 años, aquel modelo conceptual del principio, que sostiene tácitamente que la riqueza es una suma fija y mal distribuida y que es necesario re distribuirla «a mano» a través de acciones y decisiones de políticos profesionales, es algo propio de resentidos y de ignorantes. Claramente, llamar a eso un «modelo conceptual» fue una licencia de mi parte, un mero eufemismo cortés para no decir que se trata de una estupidez propia de envidiosos.

En un universo donde la inteligencia, las oportunidades y los riesgos pueden ser no solo explicados sino que pueden predecirse con muy alta precisión mediante modelados matemáticos, seguir batiendo el parche de la «redistribución de la riqueza» en lugar de potenciar al máximo la generación de oportunidades, es lo que es: una total tontería.
Es necesario «abrir la puerta» a las oportunidades, quitando TODAS las regulaciones impuestas por políticos profesionales… y nada de esto impide usar la capacidad global de generación de riquezas a la solución de problemas comunes, con fines solidarios, o a la aplicación de medidas contraciclicas destinadas al bienestar general.

Hay que abrir puertas para todos, y no delegar eso en las manos de políticos…