Pseudociencias - Guillermo Descalzo - Pagina Personal

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¿QUE SON LAS PSEUDOCIENCIAS?
(Como la alquimia, la homeopatía, el socialismo científico, la equinoterapia y las flores de Bach, la astrología, la caracterología, el estudio del "aura" y "chakras", la radiestesia y los péndulos, las hadas y duendes, el tarot, los amuletos y los talismanes, la gemoterapia, la parapsicología, etc.)
Cómo reconocer una disciplina científica de otra que NO lo es.
(Materia del autor y artículos adaptados de www.dios.com.ar, de Alejandro Agostinelli, del periódico argentino "La Nación" del 19-02-2001 y de ASALUP)
-MATERIAL INTERESANTE PARA TODA PERSONA INTELIGENTE Y CURIOSA-
(Aunque debo reconocer que por oponerme a creencias firmemente arraigadas pero no por eso menos falsas, escribir esta página me ha acarreado algunos enemigos)
Es necesario respetar las creencias de todo el mundo, y es necesario aclarar que no ataco las creencias de nadie, sino que este es nada más que un pequeño aporte para evitar que la gente buena y bien intencionada pierda su tiempo, su dinero, su salud y hasta su esperanza en manos de inescrupulosos mercaderes.-  Todos hemos visto a personas honestas en manos de gente no tan buena, o destinando su esfuerzo y dinero en falsos tratamientos que no hacen más que hacerles perder un tiempo precioso, sobre todo cuando de salud se trata.

"En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona."
Galileo Galilei (1564-1642) Físico y astrónomo italiano.
"La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable, pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio."
Gregorio Marañon (1887-1960) Médico y escritor español.

Si bien hay  excelentes científicos que son capaces de mantener fuertes creencias religiosas, muchos de esos científicos interpretan el relato de la Creación según el Génesis del mismo modo en que lo hizo Isaac Newton en una carta de 1681 dirigida a Thomas Burnett:
"Así como Moisés... describió las realidades en un lenguaje artificialmente adaptado al sentido de lo vulgar... donde las causas naturales son medios utilizados por Dios para instrumentar sus trabajos, (...)  no las considero suficientes para sustentar toda su Creación..."
Del mismo modo, la mayoría de los científicos cristianos encuentran perfectamente aceptable que el estudio de los orígenes pueda explicar la Creación mediante las leyes naturales que Dios pudo usar para "instrumentar sus trabajos", como decía el buen Newton...
Por ejemplo, a ningún biólogo le caben dudas acerca de lo incompleto que es el registro de fósiles elaborado y disponible en el mundo del conocimiento científico, pero gracias a ese tipo de pruebas parciales y perfectibles mediante la investigación cotidiana y sostenida, al menos poseemos una idea general de las formas de la Evolución.
Por lo tanto, pretender que esta falta de "eslabones informativos" en el material relativo a la biología general sea prueba suficiente para sostener que la moderna Teoría de la Evolución es falsa, va un poco lejos en la especulación... Y mucho más ante la abrumadora evidencia que avala a la citada Teoría.-
De todos modos, esa falencia en las cadenas fósiles parece ser más que suficiente para que algunos religiosos escriban miríadas de justificaciones intentando sustentar teorías creacionistas ante quienes no comparten sus creencias de modo totalmente dogmático, como si la Ciencia debiera modificarse de acuerdo a la Fe.-
G. Descalzo.-

Para el notable epistemólogo argentino Mario Bunge, las pseudociencias (ó "seudociencias") son nada más que  "un montón de macanas que se venden como ciencia" y son como las pesadillas ante la luz del día; según Bunge, "las pseudociencias se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia".
En este breve artículo el propio Mario Bunge explica por qué.

¿QUE SON LAS PSEUDOCIENCIAS?
Por Mario Bunge

Una pseudociencia es un montón de macanas que se venden como ciencia. Ejemplos: alquimia, astrología, caracterología, comunismo científico, creacionismo científico, grafología, ovnilogía, parapsicología, etc.- Se la reconoce por poseer al menos un par de las siguientes características:

  • Invoca entes inmateriales o sobrenaturales inaccesibles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, superego, creación divina, destino, memoria colectiva y necesidad histórica.
  • Es crédula: no somete sus especulaciones a prueba alguna. Por ejemplo, no hay laboratorios homeopáticos ni psicoanalíticos. Corrección: en la Universidad Duke existió en un tiempo el laboratorio parapsicológico de J. B. Rhine; y en la de París existió el laboratorio homeopático del doctor Jacques Benveniste, pero ambos fueron clausurados cuando se descubrió que habían cometido fraudes.
  • Es dogmática: no cambia sus principios cuando fallan, ni como resultado de nuevos hallazgos.
  • No busca novedades, sino que queda atada a un cuerpo de creencias. Cuando cambia lo hace solo en detalles y como resultado de disensos dentro de la grey.
  • Rechaza la crítica, matayuyos normal en la actividad científica, alegando que es ella motivada por dogmatismo o por resistencia psicológica. Recurre pues al argumento o falacia ad hominem en lugar del argumento honesto.
  • No encuentra ni utiliza leyes generales. Los científicos, en cambio, buscan o usan leyes generales.
  • Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Por ejemplo, la telekinesis contradice el principio de conservación de la energía. Y el concepto de memoria colectiva contradice la perogrullada de que solo un cerebro individual pueden recordar.
  • No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha. En particular, ni psicoanalistas ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la astrología es la excepción, ya que emplea datos astronómicos para confeccionar horóscopos. Pero la astrología toma sin dar nada a cambio. Las ciencias propiamente dichas forman un sistema de componentes interdependientes.
  • Es fácil: no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Por ejemplo, quien pretenda investigar los mecanismos neurales del olvido o del placer tendrá que empezar por estudiar neurobiología y psicología, dedicando varios años a trabajos de laboratorio. En cambio, cualquiera puede recitar -como muchos psicoanalistas latinoamericanos- el dogma de que el olvido es efecto de la represión, o de que la búsqueda del placer obedece al "principio del placer". Buscar conocimiento nuevo no es lo mismo que repetir o siquiera inventar fórmulas huecas, las haya enunciado quien sea, Freud, Lacan o quien fuere.
  • Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico, no busca la verdad desinteresada, ni admite ignorar nada, sino que una pseudociencia siempre tiene explicaciones para todo. Pero sus procedimientos y recetas son ineficaces por no fundarse sobre conocimientos auténticos. Al igual que la magia, tiene aspiraciones técnicas infundadas.
  • Se mantiene al margen de la comunidad científica. Es decir, sus cultores no publican en revistas científicas ni participan de seminarios ni de congresos abiertos a la comunidad científica. Los científicos, en cambio, someten sus ideas a la crítica de sus pares: someten sus artículos a publicaciones científicas y presentan sus resultados en seminarios, conferencias y congresos.


APRENDIZAJE EMOCIONAL
Veamos en un ejemplo real cómo obran los científicos cuando abordan problemas que también interesan a los pseudocientíficos.
En 1998 los psicobiólogos J. S. Morris, A. Ohman y R. J. Dolan publicaron en la célebre revista Nature un trabajo sobre aprendizaje emocional consciente e inconsciente en la amígdala humana. Ya que este artículo trata de emociones conscientes e inconscientes, parecería que debiera interesar a los psicoanalistas. Pero no les interesa porque los autores estudiaron el cerebro, mientras que los analistas se ocupan del alma: ellos no sabrían qué hacer con cerebros, ajenos o propios, en un laboratorio de psicobiología.
Pues bien, la amígdala cerebral es un órgano diminuto pero evolutivamente muy antiguo, que siente emociones básicas tales como el miedo y la furia. Dada la importancia de estas emociones en la vida social, es fácil imaginar los trastornos de conducta que sufre una persona con una amígdala anormal, ya sea atrofiada o hipertrófica. Si lo primero, no reconocerá signos peligrosos. Si lo segundo, será propensa a la violencia.
La actividad de la amígdala cerebral puede registrarse mediante un escáner PET. Este aparato permite detectar objetivamente las emociones de un sujeto en cada lado de su amígdala. Sin embargo, tal actividad emocional puede no aflorar a la conciencia. O sea, una persona puede estar asustada o enojada sin advertirlo. ¿Cómo se sabe? Agregando un test psicológico a la observación neurobiológica. Por ejemplo, si a un sujeto normal se le muestra brevemente una cara enojada y enseguida después una cara sin expresión, informará que vio la segunda pero no la primera. ¿Represión? Los científicos citados no se contentaron con bautizar el fenómeno. Repitieron el experimento, pero ahora asociaron la cara enojada con un estímulo negativo: un intenso y molesto “ruido blanco”, es decir, no significativo. En este caso, la amígdala fue activada por la imagen visual, aun cuando el sujeto no recordara haberla visto. O sea que la amígdala cerebral “sabe” algo que ignora el órgano de la conciencia (cualquiera que éste sea). En principio, con el método que acabo de describir escuetamente, se podría medir la intensidad de una emoción. Por ejemplo, se podría medir la intensidad del odio que, según Freud, un varón siente por su padre. Sin embargo, antes de proceder a tal medición habría que establecer la existencia del complejo de Edipo. Pero éste no existe, como lo mostraron las extensas investigaciones de campo del profesor Arthur P. Wolf condensadas en su grueso tomo Sexual Attraction and Childhood Association (Stanford University Press, 1995).
Las pseudociencias son como las pesadillas: se desvanecen cuando se las examina a la luz de la ciencia. Pero, mientras tanto, infectan la cultura y algunas de ellas son de gran provecho pecuniario para sus cultores. Por ejemplo, un psicoanalista latinoamericano puede ganar en un día lo que su compatriota científico gana en un mes. Lo que refuta el refrán “no es oro todo lo que reluce”.

Mario Bunge © 2001 Primera publicación: Diario “La Nacion”, 19-02-2001

"Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda certidumbre."
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano.


Laboratorio Homeopático Benveniste, Francia
(adaptado de ASALUP por G. Descalzo)

La homeopatía es la más exitosa de las pseudociencias, tanto por su inserción en la sociedad, como por su escala industrial.
En 1988 se publicó en la revista Nature un paper del Dr. Jaques Benveniste, un muy reconocido investigador francés, afirmando que había logrado evidencia científica de la “memoria del agua”.
El principio fundamental de la homeopatía es que lo similar cura lo similar. Una intoxicación, por caso, podría ser curada por la misma sustancia tóxica causante de la enfermedad. Pero es claro que esa sustancia tóxica deberá ser administrada en mínimas cantidades.
Por ejemplo, si usted se emborracha con whisky, lo mejor que puede hacer a la mañana siguiente para que se le pase la resaca, es beber ese mismo whisky, sólo que diluido en agua. ¿En qué proporción? Bueno, puede comenzar con 1 parte de whisky en 99 partes de agua, y tendría una solución 1C. No se detenga y repita la operación: 1 parte de solución 1C en 99 partes de agua. Habrá obtenido una solución 2C. Puede llegar hasta 30C, lo que mueve a preguntarnos... ¿cuántas moléculas de whisky nos quedarían?  Muy pocas, seguramente, o incluso ninguna. En 12C, por ejemplo, la relación es de una gota de whisky en todo el océano Atlántico.
Entonces, ¿cómo una solución 30C, digamos, puede tener algún efecto? Porque el agua "se acuerda"; según dicen los homeópatas, el agua "tiene memoria" y retiene de alguna manera -totalmente inverosímil- las capacidades de (en este caso) el whisky.
Una verdadera tontería, sin ninguna duda.
Claro que Benveniste no utilizó whisky en sus experimentos, sino antisuero anti-IgE, el cual aun disuelto, transformado en “agua homeopática”, podía, según él, activar a los basófilos (células de la sangre involucradas en las alergias, especialidad de Benveniste) para que liberaran de sus citoplasmas los gránulos de histamina, una sustancia que provoca los síntomas alérgicos. Para identificar a los basófilos no activados, se agrega un colorante que los torna azules.
Pero el editor de Nature, Sir John Maddock, en vista de la afirmación extraordinaria de Benveniste (que -de ser cierta- contradiría las leyes de la química), le puso una condición para publicar sus pretendidos resultados: la condición fue que le permitiera visitar su laboratorio junto con dos observadores imparciales y que reprodujera sus experimentos frente a ellos. Benveniste aceptó.
Maddock convocó, entonces, a Walter Stewart, científico y refutador de embustes, y al conocido James Randi, mago profesional, escéptico y súper refutador de embustes.
La prueba se llevó a cabo en julio de 1988. El primer intento fue un éxito para Benveniste. Pero luego Maddock pidió que se rehicieran los experimentos, pero esta vez sin que Benveniste ni sus ayudantes supieran cuáles tubos de ensayo contenían agua normal y cuáles agua homeopática.
Randi y Stewart sellaron las ventanas del laboratorio y pegaron al techo el trozo de papel en el que estaban anotados las claves de identificación de los tubos. Esto no le gustó nada a Benveniste y menos todavía que Randi hiciera trucos de magia para “alivianar la atmósfera”, según sus palabras.
Esta vez la experiencia falló, una y otra vez. Benveniste -luego de que Maddock calificara sus afirmaciones de pseudocientíficas- perdió toda su reputación como investigador. Sólo pudo atinar a acusar a los miembros del equipo de "cazadores de brujas" y "mccarthystas".

Mirá como tiemblo... Cada vez que se pone en evidencia a un charlatán pasa lo mismo: el charlatán trata de "rotular"a quienes lo han desenmascarado.

Mario Bunge
Breve semblanza de su obra y personalidad
Material recopilado y adaptado por G.D., básicamente desde trabajos de A.Agostinelli.
Mario Bunge nació en Buenos Aires en septiembre de 1919. Físico, filósofo y epistemólogo argentino, además de humanista. Es reconocido también por expresar públicamente su postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluye al psicoanálisis y la homeopatía, además de sus contundentes críticas contra corrientes filosóficas como el existencialismo (incluyendo a filósofos como Martin Heidegger y Edmund Husserl), el posmodernismo, la hermenéutica y el feminismo filosófico. Tal vez su obra más importante son los ocho tomos de su Tratado de filosofía básica (Treatise on Basic Philosophy).
Interesado en la filosofía de la física, Bunge comenzó sus estudios en la Universidad Nacional de La Plata, graduándose con un doctorado en ciencias físico-matemáticas en 1952. El tema de su tesis doctoral versó sobre El Spin del Electrón Relativista. Allí, y en la Universidad de Buenos Aires, fue profesor de física teórica y filosofía desde 1956 hasta 1966 cuando, insatisfecho con el clima político de su país, tomó la decisión de emigrar. Por unos pocos años enseñó en universidades de México, Estados Unidos y Alemania. En 1966 se instaló en Montreal, Canadá, donde enseña en la Universidad McGill desde entonces.
Sus principales intereses son la epistemología, filosofía de la mente y filosofía de las ciencias sociales. Su libro La ciencia, su método y su filosofía (1960), donde introduce las bases del método científico y su aplicación en el campo del saber, ha llegado a ser un clásico en su género. Si se desea obtener una perspectiva profunda de su concepción filosófica sin pasar por el extenso Treatise, posiblemente la opción más recomendable sea su manual La investigación científica, publicado por primera vez en inglés en 1967, cuya traducción ha sido reimpresa con correcciones por Siglo XXI Editores de México, en 2000.
Mario Bunge ha sido honrado en varias ocasiones con doctorados honoris causa otorgados por instituciones como la Universidad de Salamanca (España) en 2003 y la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). También recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1982.
Actualmente es Frothingham Professor of Logic and Metaphysics en McGill University, Montreal, Canadá.
(Wikipedia)

Su perspectiva general se adscribe al realismo epistemológico no ingenuo y al materialismo ontológico de tipo metodológico. En 1982, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades. Nació en la ciudad de Florida, Buenos Aires, el 21 de setiembre de 1919, hijo del médico y diputado socialista Augusto Bunge y la enfermera alemana María Schreiber.

Aunque emparentado por vía paterna a una familia muy influyente (creadores del grupo Bunge y Born, que luego se convertirá en un holding multinacional), él pertenece a una rama modesta de la familia y pasa gran parte de su infancia en un ambiente semirrural, dedicándose incluso a tareas agrícolas. Cursa la primaria en “El Niño Argentino Modelo”.
Comenzó el ciclo secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires, estudios que abandonó decidiendo rendir el resto de los exámenes libres. Cursó el primer año de la Licenciatura en Ciencias Químicas en la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, pronto descubrió que su vocación estaba en la física, dejando esta carrera y matriculándose en la Licenciatura en Ciencias Fisicomatemáticas en la Universidad de La Plata, donde se graduó en 1943. Paralelamente estudió Filosofía por su cuenta y a través de cursos en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
En 1938 fundó la Universidad Obrera Argentina, institución donde por tarifas apenas suficientes para el mantenimiento los trabajadores de distintas actividades recibían capacitación técnica y sindical (Arturo Frondizi, abogado del diputado Bunge, dictó la materia “Derecho Gremial”.) La UOA fue cerrada en 1943 por el secretario de Trabajo y Previsión, coronel Juan Domingo Perón.

En 1940 contrajo matrimonio con la arquitecta Julia Molina y Vedia, bastante mayor que él, madre de sus dos hijos mayores Mario (matemático) y Carlos (físico.) La vocación de Mario por la técnica se frustró durante el gobierno peronista cuando un clérigo le impidió ingresar en el industrial Otto Krause por considerar a ese destino inaceptable "para el hijo de una familia aristocrática".
El año en que se cerró la Universidad Obrera, Bunge fundó la revista filosófica Minerva. En las elecciones de 1946, Bunge integró listas de la coalición “Unión Democrática”
Uno de sus docentes -el doctor Ernesto Sábato- lo puso en contacto con un científico emigrado de la Europa de posguerra, el físico austroitaliano Guido Beck. Bajo su dirección completará en 1952 la tesis que le vale el doctorado, sobre “Cinemática del Electrón Relativista”. Durante su ciclo de posgrado, recibió la beca “Ernesto Santamarina”, administrada por el doctor Bernardo Houssay, con quien debía entrevistarse regularmente.
Bunge conoció a quien será su segunda esposa, la estudiante Marta Cavallo. Más tarde, Marta se doctoró en matemática, especializándose en topología.
Tras el derrocamiento de Perón, Bunge ocupó un papel protagónico en la reestructuración de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, que -entre 1957 y 1966- viviría su llamada “Edad de Oro”. Junto con Manuel Sadosky y Rolando García constituyó un equipo con gran habilidad para concebir y hacer avanzar proyectos científicamente progresistas. En esta época impulsó la carrera del bachiller agrimensor Gregorio Klimovsky.

DE CIENCIA Y FILOSOFÍA
En 1959 Bunge publicó “Causalidad”, un estudio sobre el determinismo en la ciencia con especial énfasis en el determinismo causal, del que da una definición muy precisa, diferenciándolo de otras categorías de determinación que en análisis previos eran confundidas con él, llevando a falsos debates.
Durante este período, Bunge enseñó filosofía de la ciencia en Argentina y Uruguay. Sin embargo, al producirse en 1963 el conato de guerra civil entre las facciones del ejército denominadas “Azules” y “Colorados”, decidió emigrar. Primero se dirigió a la universidad de Delaware, en los Estados Unidos, pero allí se encuentra con un ambiente intolerante: los universitarios están virulentamente a favor de la intervención en Vietnam, descubriendo con perplejidad que sólo comienzan a oponerse cuando -años más tarde- el gobierno recluta estudiantes. Otras consideraciones también lo impulsan: sabe que los hijos de su segundo matrimonio, de nacer en el Norte, pueden llegar a ser reclutados. Entonces, acepta una invitación de una universidad alemana. Allí permaneció más de un año hasta que recibió una invitacion de la Universidad McGill, el centro académico anglófono más importante del Québec, Canadá.
Bunge se instaló en Montréal en 1966, y allí nacen sus dos hijos de su segundo matrimonio: en 1966 Eric (actualmente arquitecto) y en 1974 Silvia (neurofisióloga.) Desde entonces ocupa la cátedra Frothingham de Fundamentos y Filosofía de la Ciencia, donde convergen estudiantes de diversas disciplinas. Enemigo declarado de los exámenes, promueve la formación de equipos y la realización de trabajos de investigación. Allí publica a un ritmo febril (su obra suma centenares de volúmenes), que incluye la elaboración de su monumental “Tratado de Filosofía Básica”, compuesto por ocho libros repartidos en nueve tomos que aparecen entre 1974 y 1989, cubriendo desde Ontología hasta Ética. Durante este tiempo interviene en importantes debates científicos, como el del mecanismo de aprendizaje, donde con Hebb y Bindra adhiere a la hipótesis de la plasticidad sináptica. Como lo hacía desde los 18 años, ataca al psicoanálisis. Escribe “Filosofía de la Economía”, donde intenta axiomatizar la economía e identificar sus principales problemas. Aunque es atacado por algunos economistas, entre ellos también se gana partidarios. Un gran publicista de esta obra es su amigo, el fallecido economista Raúl Prebisch, cofundador de la CEPAL.

FILÓSOFO DE CABECERA
En 1982 recibió el premio “Príncipe de Asturias” a la comunicación social. Ocupó incontables cátedras como profesor visitante en Europa y Norteamérica. Diversas universidades en todo el mundo le confirieron unos veinte doctorados honoris causa. A instancias del filósofo humanista Paul Kurtz, comenzó a participar en los debates propuestos por organizaciones racionalistas para desmitificar las falsas ciencias, integrando desde fines de los ’70 el CSICOP (Commitee of the Scientific Investigation for Claims of the Paranormal) [Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones Paranormales], devenida en la organización escéptica más influyente del mundo. En 1991, a instancias de Alejandro J. Borgo, se unió con entusiasmo a la Fundación CAIRP (Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia), disuelta por sus fundadores en 2001. También comenzó a abordar otras disciplinas científicas, publicando en 1987 “Filosofía de la Psicología”, con el psicólogo colombiano Rubén Ardila y, en 1997 “Fundamentos de Biofilosofía”, con el zoólogo y escéptico alemán Martin Mahner. A fines de los ’90 su interés se centró en las ciencias sociales, publicando “Ciencias Sociales en Discusión” y “Buscando la Filosofía en las Ciencias Sociales”.
Su “Diccionario de Filosofía” (Ed. Siglo XXI, México, 2001) horrorizó a los filósofos serios porque no sólo pontifica sin atenuantes desde su personal punto de vista sobre las más diversas cuestiones, sino que se toma en solfa temas a menudos tratados con aridez. Entre las primeras entradas, por ejemplo, leemos “Académico [trabajo]: Una obra intelectual de interés muy limitado, que probablemente sirve más para el progreso en la carrera de su autor que para el conocimiento humano. Cuando un número significativo de eruditos se dedica a un trabajo de este tipo, se tiene una industria académica”. En el diario Página/12, el crítico cultural Daniel Link destacó, con el mismo sarcasmo que le cuestiona -o no...-, que esta obra es un "compendio de caprichos”, desvalorizando su utilidad en relación con el diccionario del mismo título de José Ferrater Mora. “Pero el Diccionario racioempirista de Bunge -agrega- es infinitamente más inteligente y, sobre todo, mucho más estimulante.”

Psicoanalistas, astrólogos y promotores de pseudociencias no quieren a Bunge. Tendrán sus motivos para no simpatizar con él, que no serán analizados aquí. Lo cierto es que su obra intelectual fue elogiada por quienes sí lo leyeron. Por ejemplo, científicos destacados como el neurofisiólogo Vernon Mountcastle, quien lo llamó “el filósofo de cabecera del científico activo”. Desarrollada por sus discípulos filosóficos Cohen, Agassi y Mahner, e incluso plagiada por el filósofo y matemático Imre Lakatos, Mario Bunge es un espíritu inquieto que -más por la vehemencia con que expone sus convicciones que por el peso de sus argumentos- se ganó a pulso legiones de enemigos, un minúsculo grupo de seguidores y la admiración silenciosa de algunos críticos que -incluso desde el disenso- celebran su brillante inteligencia y su fecunda perseverancia intelectual.
(Adaptado de www.dios.com.ar, de Alejandro Agostinelli)

ESTIMADO LECTOR, CUIDE SU SALUD, ES UN CONSEJO SANO: SI ALGUNA VEZ ALGUIEN LE OFRECE UN TRATAMIENTO MEDICO 'ALTERNATIVO' O 'COMPLEMENTARIO' A LA MEDICINA TRADICIONAL (CIENTÍFICA) Y LE DICE QUE PARA QUE ESE TRATAMIENTO FUNCIONE USTED DEBE CREER EN ÉL, PIENSELO DOS VECES...
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